China propone ¿y cómo se le responde?
Fernando Reyes Matta Ex embajador en Nueva Zelanda y China, profesor de la UNAB
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Fernando Reyes Matta
Hace pocas semanas el influyente diario británico Financial Times, hizo un comentario muy significativo para la región latinoamericana: “Trump construye muros, Xi construye puentes en América Latina”. La frase remarcaba así la importancia de la gira del líder chino por Ecuador, Perú y Chile en los mismos momentos en que el presidente electo norteamericano reforzaba su adhesión al proteccionismo y reiteraba sus anuncios de dureza y expulsión frente a los inmigrantes del sur.
América Latina, Estados Unidos, China: es un triángulo ineludible en nuestras relaciones internacionales en el mediano y largo plazo. Y cualquiera señal que venga de uno y otro lado es clave ver en detalle.
En ese marco, cabe mirar el nuevo Documento de la Política China para América Latina y el Caribe, un texto publicado tras la visita de Xi Jinping por la región. Hay que mirarlo con detención por sus alcances y planteamientos. No es el primero, ya hubo uno antes en 2008 y el único país que entregó una respuesta formal a aquella propuesta fue Chile. Ahora, ocho años después, China elabora más en detalle su aproximación y abre un abanico de posibilidades de interacción con aquel país. Ya no se trata de hablar sólo de comercio, sino de mucho más.
¿Qué ha ocurrido entre aquel documento y el nuevo? Por una parte, por primera vez en la historia, un líder chino recorrió los países latinoamericanos antes de asumir su cargo: así ocurrió con Xi Jinping. Tres países han suscrito tratados de libre comercio con China: antes Chile en 2005, Perú en 2009 y Costa Rica en 2010. En 2015 el volumen comercial alcanzó 236.000 millones de dólares, cifra que se multiplicó por 20 en sólo una década. En ese lapso se crearon varios foros de cooperación, siendo clave el Foro China-CELAC que celebró su primera reunión en enero de 2015 en Beijing. Pero también está el nuevo modelo de desarrollo de China, donde la demanda de commodities ya no fue la misma. Hay que aprender cómo opera ese crecimiento menor pero constante, a la vez que coloca el foco en el consumo interno y los servicios como motores del PIB.
Ahora China nos propone una “alianza estratégica integral”. En este documento subraya que su nueva relación tiene cinco objetivos: sinceridad y confianza mutua en el campo político; cooperación económica mutuamente beneficiosa; aprendizaje recíproco en cultura; coordinación estrecha en asuntos internacionales; y refuerzo mutuo entre la cooperación de China con Latinoamérica y sus relaciones bilaterales con los países de esta región por separado. Hace un análisis de posibilidades en sectores como la cooperación financiera, industrial, energética, agroindustrial, turística y, por cierto, subraya un compromiso profundo con lo multilateral, espacio donde las coincidencias con América Latina y el Caribe son evidentes.
Este es un texto a leer con la lupa en la mano. Ver con detenimiento sus alcances. Por ejemplo, cuando sobre ciencia y tecnología dice que China quiere avanzar “intensificando la colaboración en los terrenos de interés común, tales como la tecnología aeronáutica y aeroespacial, el biocombustible, la tecnología de recursos y medio ambiente y la tecnología marítima, entre otros, e impulsando activamente la divulgación y aplicación de los frutos tecnológicos y tecnologías útiles avanzadas de China en América Latina y el Caribe, como la tecnología de ahorro energético, la medicina digital y las mini centrales hidro-eléctricas”.
Como quedó claro en el seminario internacional “Chile-China: diálogo de alto nivel sobre economía y desarrollo social”, organizado por la Universidad Andrés Bello y la Academia de Ciencias Sociales de China, una cosa son las relaciones bilaterales y otra muy distinta es la agenda común regional con China. Si ya América Latina no contestó nunca como región aquel documento de 2008, este de ahora resulta esencial verlo con la perspectiva de una respuesta regional común. Esa es una tarea pendiente y para Chile, sede del segundo Foro China-CELAC a realizarse en enero 2018, es un desafío mayor.